Los omega-3 y omega-6 son ácidos grasos esenciales para muchas funciones biológicas. Sin embargo, el organismo no puede producirlos por sí mismo, por lo que deben ser ingeridos a través de la dieta. Aunque ambos son necesarios para la salud, es crucial mantener un equilibrio óptimo entre ellos, ya que tienen funciones fisiológicas diferentes y a veces opuestas, del mismo modo que es conveniente considerar una proporción adecuada de omega-3 para el embarazo y la lactancia. Este planteamiento tiene en cuenta el hecho de que con un índice de omega-3 del 8%, la madre lactante producirá leche con un 1% de omega-3 EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico). Durante el embarazo, es importante mantener un equilibrio adecuado entre omega-3 y omega-6. El omega-6, presente en aceites vegetales y alimentos procesados, tiene un efecto proinflamatorio, y un exceso sobre el omega-3 puede aumentar el riesgo de inflamación y complicaciones. Lo ideal es mantener una proporción equilibrada entre los dos tipos de ácidos grasos
Beneficios potenciales de los omega-3 en el embarazo
- Desarrollo cerebral y visual del feto: el DHA es un componente clave de las membranas celulares del cerebro y la retina. Es esencial para el correcto desarrollo neurológico y visual del feto, especialmente durante el tercer trimestre, cuando el cerebro del bebé se desarrolla rápidamente. Los estudios han demostrado que una ingesta adecuada de DHA durante el embarazo puede mejorar las capacidades cognitivas y visuales del bebé.
- Reducción del riesgo de parto prematuro: Los estudios indican que la ingesta de omega-3, en particular de DHA, puede reducir el riesgo de parto prematuro. Un estudio publicado en JAMA en 2019 descubrió que las mujeres que tomaban suplementos de omega-3 tenían menos probabilidades de dar a luz antes de las 37 semanas (Cetin 2024). Las mujeres en edad fértil deben tomar al menos 250 mg/día de ácido docosahexaenoico + ácido eicosapentaenoico de la dieta (o de suplementos) y se requiere una ingesta adicional de ≥100-200 mg/día de ácido docosahexaenoico durante el embarazo. Las mujeres embarazadas con una ingesta baja de ácido docosahexaenoico y/o niveles bajos de ácido docosahexaenoico en sangre tienen un mayor riesgo de parto prematuro y parto prematuro precoz. Por lo tanto, deben tomar aproximadamente 600-1000 mg/día de ácido docosahexaenoico+ácido eicosapentaenoico, o de ácido docosahexaenoico solo, ya que esta dosis ha demostrado una reducción significativa de los partos en ensayos clínicos aleatorizados. Dicha suplementación debe comenzar preferiblemente en el segundo trimestre del embarazo (a más tardar en torno a las 20 semanas de gestación) y continuar al menos hasta las 37 semanas de gestación o hasta el parto en caso de prematuridad. Los efectos de la suplementación dirigida con dosis elevadas de DHA o DHA + EPA más allá de la ingesta estándar recomendada de 200-250 mg/día deben evaluarse en mujeres con mayor riesgo de parto prematuro espontáneo (determinado, por ejemplo, por antecedentes de parto prematuro, longitud cervical acortada, aumento de la fibronectina cervical fetal u otros biomarcadores).
- Poliaborto: representa otro problema importante desde el punto de vista reproductivo. Puede estar relacionado con la obesidad, la disfunción tiroidea, el síndrome de ovario poliquístico, el síndrome antifosfolípido, la desregulación de células inmunitarias como las células NK (asesinas naturales), las células T y los macrófagos, el estrés oxidativo y otros factores. Los ácidos grasos omega-3 podrían prevenir su patogénesis modulando la desregulación de los trofoblastos, las células inmunitarias, el estrés oxidativo y la función endocrina. Además, la síntesis de las pruebas clínicas sugiere que los suplementos de ácidos grasos omega-3 podrían actuar como un agente terapéutico potencial para el poliaborto, ya sea mejorando directamente los resultados del embarazo en dichas pacientes o mejorando indirectamente la inflamación, la resistencia a la insulina, el estrés oxidativo y la disfunción tiroidea durante el embarazo. Sin embargo, todavía hay muy pocas pruebas que demuestren directamente la implicación de los ácidos grasos omega-3 en la patogénesis del poliaborto o la eficacia de los ácidos grasos omega-3 en el tratamiento de dichas pacientes. Por lo tanto, futuros estudios deberían investigar el efecto de los ácidos grasos omega-3 sobre la inmunidad, el estrés oxidativo, la inflamación y el sistema endocrino, así como los mecanismos moleculares subyacentes. Y lo que es más importante, deberían realizarse más estudios clínicos para aclarar el papel terapéutico de los suplementos de ácidos grasos omega-3 en el tratamiento del poliaborto.
- Prevención de la depresión posparto: La depresión posparto es un problema de salud mundial y es más frecuente en mujeres primíparas. Los síntomas depresivos afectan a la calidad de la crianza y pueden alterar el vínculo entre madre e hijo. En la mayoría de los casos se subestima este problema o, a veces, las madres rechazan los tratamientos convencionales por miedo a los efectos negativos sobre los lactantes. Los omega-3 intervienen en la regulación del estado de ánimo y pueden desempeñar un papel en la prevención de la depresión posparto. Una ingesta baja de DHA se asoció a un mayor riesgo de desarrollar síntomas depresivos tras el parto. Se evaluó la relación entre la depresión posparto y la ingesta de ácidos grasos omega-3. Los resultados del estudio de Harauma et al. indicaron que la ingesta de ácido α-linolénico (ALA) durante el embarazo mejora la salud mental un mes después del parto y las concentraciones elevadas de este ácido en los eritrocitos maternos se asociaron con una puntuación baja en la Escala de Depresión Postnatal de Edimburgo (<9). La ingesta de ácidos grasos omega-3 no mostró efectos significativos sobre las puntuaciones de la Escala de Vínculo Materno-Infantil. Sin embargo, en la bibliografía no se dispone de datos completos sobre los beneficios de la ingesta de DHA y EPA para prevenir o reducir los síntomas de la depresión postnatal, aunque varios ECA han evaluado la eficacia de los ácidos grasos omega-3 en el tratamiento del trastorno depresivo, ya sea como monoterapia o como complemento de la farmacoterapia.
- Beneficios cardiovasculares para la madre: Durante el embarazo, las mujeres son más propensas a sufrir cambios en la presión arterial y la coagulación de la sangre. Los omega-3, con sus propiedades antiinflamatorias y anticoagulantes, pueden ayudar a reducir el riesgo de complicaciones cardiovasculares. Los trastornos hipertensivos en el embarazo tienen una incidencia cada vez mayor y pueden tener efectos devastadores tanto para el feto como para la madre. A pesar de los fármacos disponibles, hay situaciones en las que los resultados maternos y fetales son de extrema gravedad. Se ha observado que una ingesta baja de ácidos grasos omega-3 está asociada a la aparición de preeclampsia. El papel de la suplementación con ácidos grasos omega-3 durante el embarazo en la reducción del riesgo de preeclampsia sigue sin estar claro. Los resultados de un metaanálisis realizado por Bakouei et al. y publicado en 2020 mostraron que los ácidos grasos omega-3 tenían un papel protector en la aparición de preeclampsia en embarazos de bajo riesgo, en el caso de mujeres que recibían DHA + EPA, y que iniciaban la suplementación a partir de la segunda mitad del embarazo. No se observaron efectos protectores para la preeclampsia en embarazos de alto riesgo, suplementación sólo con DHA y suplementación en la primera mitad del embarazo
- Peso y crecimiento del bebé y lactancia: Algunas investigaciones han demostrado que la ingesta de omega-3 puede favorecer un peso adecuado al nacer, reduciendo el riesgo de que los bebés pesen poco o demasiado. Una ingesta correcta de omega-3 durante el embarazo también puede contribuir a un mejor desarrollo morfo-cognitivo general del recién nacido. Además, se identificaron más de 200 ácidos grasos en la leche materna, de los cuales los más importantes eran el DHA y el EPA. La presencia de DHA en la leche materna es esencial para una reducción óptima a largo plazo del riesgo de enfermedades crónicas, pero también para el crecimiento, el lenguaje y el desarrollo neurológico. A este respecto, el ácido araquidónico (AA), un ácido graso de la serie omega-6, tiene el mayor porcentaje del total de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga en la leche materna y desempeña un papel importante en la nutrición y el desarrollo del lactante, así como en el crecimiento del cerebro, gracias a su participación en la división celular y en los procesos de señalización. Se ha comprobado que el nivel de ácido araquidónico en la leche materna es relativamente estable y tiene un efecto sobre la agudeza visual, pero en las dietas actuales su ingesta está en gran medida garantizada. La administración de 200 mg de DHA en los primeros cuatro meses de lactancia posparto tuvo un impacto en el desarrollo neurológico de los lactantes a través de efectos beneficiosos sobre el desarrollo psicomotor de los niños a los 30 meses y se observaron mejoras en la atención en seguimientos de hasta cinco años. Además, parece que la concentración de EPA en la leche materna está asociada al estado de EPA materno, que está estrechamente relacionado con la ingesta de EPA. La leche materna rica en EPA podría tener efectos beneficiosos sobre la distracción infantil, que es un signo precoz del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Fuentes de Omega-3
- Pescados grasos: Los pescados ricos en omega-3, como el salmón, las sardinas y el atún, son buenas fuentes de DHA y EPA. Sin embargo, durante el embarazo, es importante tener cuidado con el contenido de mercurio de algunos pescados. Es aconsejable consumir pescados con bajo contenido en mercurio, como el arenque y las sardinas, y evitar los pescados grandes, como el pez espada.
- Aceite de pescado: Los suplementos de aceite de pescado son una fuente segura y concentrada de DHA y EPA.
- Fuentes vegetales de ALA (ácido alfa-linolénico): Las nueces, las semillas de lino y las semillas de chía contienen ALA, un tipo de omega-3 que puede convertirse en DHA y EPA, pero de forma insuficiente en comparación con el pescado, que contiene DHA y EPA ya constituidos.
Dosis recomendada. Las principales organizaciones sanitarias recomiendan una ingesta diaria de al menos 200-300 mg de DHA para las mujeres embarazadas. Sin embargo, muchas dietas modernas aportan cantidades inferiores, por lo que a menudo se recomienda la suplementación con aceite de pescado u otros suplementos ricos en DHA. Riesgos potenciales. Los omega-3 son generalmente seguros, pero dosis excesivas (más de 3 gramos al día) pueden aumentar el riesgo de hemorragias, especialmente en las últimas fases del embarazo. Conclusiones. El ácido docosahexaenoico y el ácido eicosapentaenoico son ácidos grasos esenciales para el cuerpo humano y sus principales fuentes son la dieta y los suplementos. Se ha observado que la suplementación con DHA y EPA durante el embarazo tiene efectos beneficiosos sobre el neurodesarrollo del feto y el lactante, ya que mejora el lenguaje, la memoria, la atención y la coordinación de las manos, influye en los patrones de sueño y mejora la agudeza visual. La suplementación con DHA y EPA podría reducir el riesgo de parto prematuro y de preeclampsia en embarazos de bajo riesgo. Se han identificado efectos beneficiosos para la madre, como la reducción de los síntomas de depresión posparto, la disminución del riesgo cardiovascular y un papel antiinflamatorio. Aunque se necesitan más estudios para confirmar estos beneficios, los ácidos grasos omega-3 son nutrientes importantes para el embarazo. Dr. Francesco De Seta ProfesorAsociado de Obstetricia y Ginecología Universidad de Trieste Actualmente Ginecólogo Obstetra del Departamento de Obstetricia y Ginecología Universidad IRCCS San Raffaele Milán.
Fuentes
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